En cuanto terminaron de maquillarme nos dirigimos a los camerinos para vestirme y después ir al set donde ya estaba Ismael Rodríguez. En cuanto lo vi, corrí a sus brazos porque él era muy cariñoso conmigo y me había dicho que iba a ser mi padrino cinematográfico.
Estando con él le pregunté si me podía dejar jugar con los animales y acusé al señor que los cuidaba que no quiso prestármelos. Debo decirles que cuando mi mamá leyó el guión de la película lo primero que le dijo a Ismael es que su hija “POR NINGÚN MOTIVO TOCARÍA NI UNA VÍBORA NI UNA TARÁNTULA”, que mandaran hacer unas réplicas para evitar que yo jugará con los animales.
Y si los hicieron, pero se veían de lo más falsos, así que cuando Ismael escuchó que yo quería jugar con los ‘bichos’ inmediatamente me dijo que sí, que él me iba a dejar que jugara con la tarántula, que se llamaba Epifania y con Chabela que era una culebra. En ese momento yo le pregunté: ¿No hacen nada? ¿No son malas? Y me dijo, No estas no, las tarántulas güeras son las malas, estas negras no hacen nada.
Yo para más seguridad le pregunté a mi mamá si era cierto lo que decía Ismael y mi madre pensando que no debía desautorizar al director de la película para que yo le hiciera caso y siguiera sus indicaciones, y estando segura de que ya les había advertido que no permitiría que yo tocará a los animales, me contestó: ‘Lo que te diga Ismael es cierto hijita, tú hazle caso en lo que te diga, él no dice mentiras.
Entonces Ismael Rodríguez les pidió a unos ayudantes que se llevaran a mi mamá al restaurante de los estudios para hablar de futuros proyectos cinematográficos para su hija. Mientras tanto, aprovechó para filmar algunas escenas conmigo sin la presencia de mi mamá.