jueves, 22 de abril de 2010

LA TARÁNTULA EPIFANIA

De la tarántula recuerdo que los técnicos del staff, junto con el encargado de cuidarla, la volteaban panza arriba para hacerla enojar y que sacara las lancetas. Entonces le ponían un palillo pintado de negro y con hilo le inmovilizaban las lancetas.Pero no podían poner el hilo muy apretado para no lastimarla. Lo que entonces sucedía, es que yo agarraba la tarántula y el hilo se caía al suelo junto con el palillo.Y la única protección que tenía era el médico que permanecía en el set todo el día 
Actualmente sabemos que una tarántula como esa si me hubiera picado, no hubiera sido mortal pues es como el piquete de una avispa o una abeja.

Que por cierto unos meses después de esta filmación estando en Cuernavaca con mis padres en un restaurante, me picó una avispa y me puse malísima.

Toda hinchada tuvieron que llevarme a un hospital y como ya se había estrenado la película fue todo un suceso.
las enfermeras y los doctores que estaban de guardia preguntaban si me había picado la tarántula o la víbora.

Supongo que se sintieron desilusionados al saber que había sido una avispa o abeja. 
En realidad no sé qué fue, sólo recuerdo que un bicho entró volando por la ventana que estaba junto a la mesa donde estaba con mi hermana y mis papás, y voló cerca de mí y luego se metió en un vaso vacío.

A mí se me ocurrió poner la mano en el vaso para que no se escapara y poder observarla, pero me picó en la palma de la mano. Esa ocurrencia me costó pasar varios días en cama, tomando antihistamínicos hasta que me deshinché.

martes, 20 de abril de 2010

Recuerdos de "La Chabela"

Otra anécdota curiosa que recuerdo es que cuando estaba filmando la escena  del final de la película en la que digo adiós, adiós, adiós
con la Chabela en la mano, 
de repente el señor que estaba encargado de cuidar y alimentar a los animales,(creo que venía de un serpentario de Cuautla),corrió hacia mí y me arrebato la culebra para después ponerla en una cubeta de agua fría.


 Ismael Rodríguez se enojó y le gritó que porque interrumpía la filmación, que había echado a perder la escena. El encargado le respondió que observaba el comportamiento de la culebra y que estaba a punto de morderme por eso había entrado de esa manera. Después de un rato la sacó de la cubeta, la secó y me la dio para poder continuar filmando.

También recuerdo que en varias ocasiones cuando era la hora de ir a comer, yo le pedía que me prestara a Chabela porque me gustaba enredarla en mi brazo y ver la reacción de los adultos con los que me encontraba camino al restaurante de los estudios donde acudían los extras, los técnicos y a veces también las estrellas que estaban filmando otras cintas en distintos sets.

miércoles, 14 de abril de 2010

¿NO LES TENÍA MIEDO A LA VÍBORA Y A LA TARÁNTULA?

Ese día filmé con una Guacamaya a la que le daba de comer un plátano y un poco antes de hacer esa escena la guacamaya realmente me asustó, porque estando muy cerca emitió un graznido que me hizo brincar del susto. Durante muchos años la gente me ha preguntado si no les tenía miedo a la víbora y a la tarántula y yo bromeando suelo contestarles que más miedo me dieron los ‘viborones’ que conocí después, pero la verdad es que no, nunca sentí miedo.

Los días que tenía que ir a los estudios eran los días que más contenta me sentía. Todos me trataban muy afectuosamente, supongo que les caía en gracia que era muy platicadora y que no me daba pena nada. Pedro siempre me decía ‘M’ija’ y era muy juguetón y cariñoso conmigo, y con frecuencia le decía a mi mamá: ’Regálemela señora, usted tiene otra hija´. Cosa que a mi madre no le hacía ninguna gracia y varias veces mi madre le respondía que no era un perrito; ‘ES UNA NIÑA. Yo creo que Pedro lo decía sólo para hacer enojar a mi mamá.

Blanca Esthela Pavón siempre iba a filmar acompañada de su papá, la recuerdo como una mujer muy dulce que llegó a tener una muy buena amistad con mi mamá. Recuerdo también a Guillermo Calles, que lo conocían como ‘El Indio Calles’ y hacía el papel de mi cuidador y años más tarde cuando iba a la A. N. D. A. (Asociación Nacional de Actores) y nos encontrábamos, me hacía bromas recordando el parlamento en que yo decía “cuando yo sea grande... lo voy a matar”. Salvador Quiroz, otro de los actores de reparto que hacía el papel del jefe militar, jugaba conmigo cuando no estábamos filmando, y un día le dije te voy a regalar una corbata. Muchos años después cada vez que lo encontraba me decía: ‘¿Qué pasó con mi corbata?’

miércoles, 7 de abril de 2010

LA PRIMERA ESCENA QUE FILME DE "LOS TRES HUASTECOS"

Yo tenía la mejor intención de escribir con regularidad y zas...que se me atraviesa la Semana Santa
y luego,la verdad ni me acordé,es que ya llegué a la edad en que a uno se le olvidan las cosas recientes y empieza a acordarse de los recuerdos de la infancia.aunque para esto del Blog está bien, asi que continuo con el relato.
La primera escena que filmé, fue una de las últimas de la película, sucede en la iglesia cuando estoy con Pedro Infante y me dice ‘Persígnate’, y  yo le pregunto ‘¿Cómo?’. El me dice cómo hacerlo y yo digo
"Voy, voy".
Inmediatamente después hice una escena con Epifania, la tarántula, y cuando regresó mi madre al set y se dió cuenta, puso el grito en el cielo. Se enojó muchísimo con Ismael y le dijo que yo no iba a filmar más, que ella no estaba de acuerdo en que yo jugara con una tarántula viva,
Me tomó de la mano y salimos de los estudios a toda prisa.

Yo no entendía muy bien que pasaba, solo veía que mi mamá estaba muy enojada con Ismael y que le había dicho que ya no iba a regresar. Pero yo si quería volver. El primer día de filmación me había gustado, me había parecido muy divertido, era como cuando jugaba con mi hermana a ser otra persona y yo estaba jugando a ser la hija de Pedro Infante

Al día siguiente Ismael Rodríguez y otro señor, que creo se apellidaba López Portillo y era el asistente del director, fueron a mi casa. Yo corrí a saludar a mi padrino, que me cargó y me dio un beso, pero mi mamá me ordenó salir de la sala y no me dejó escuchar lo que hablaron. Después de que se fueron oí que mamá le decía a mi papa que había puesto no sé cuantas condiciones, entre ellas exigía que estuviera un médico de guardia en el set con suero antivenenoso por si llegaba a picarme alguno de los animalitos y además, Ismael le aseguró que le amarrarían las lancetas a la tarántula para inmovilizarla y que no pudiera picarme.
Al otro día acudí al llamado como si nada hubiera sucedido.
                    

jueves, 25 de marzo de 2010

Después del maquillaje

En cuanto terminaron de maquillarme nos dirigimos a los camerinos para vestirme y después ir al set donde ya estaba Ismael Rodríguez. En cuanto lo vi, corrí a sus brazos porque él era muy cariñoso conmigo y me había dicho que iba a ser mi padrino cinematográfico.

Estando con él le pregunté si me podía dejar jugar con los animales y acusé al  señor que los cuidaba que no quiso prestármelos. Debo decirles que cuando mi mamá leyó el guión de la película lo primero que le dijo a Ismael es que su hija “POR NINGÚN MOTIVO TOCARÍA NI UNA VÍBORA NI UNA TARÁNTULA”, que mandaran hacer unas réplicas para evitar que yo  jugará con los animales.

Y si los hicieron, pero se veían de lo más falsos, así que cuando Ismael escuchó que yo quería jugar con los ‘bichos’ inmediatamente me dijo que sí, que él me iba a dejar que jugara con la tarántula, que se llamaba Epifania y con Chabela que era una culebra. En ese momento yo le pregunté: ¿No hacen nada? ¿No son malas?  Y me dijo, No estas no, las tarántulas güeras son las malas, estas negras no hacen nada.

Yo para más seguridad le pregunté a mi mamá si era cierto lo que decía Ismael y mi madre pensando que no debía desautorizar al director de la película para que yo le hiciera caso y siguiera sus indicaciones, y estando segura de que ya les había advertido que no permitiría que yo tocará a los animales, me contestó: ‘Lo que te diga Ismael es cierto hijita, tú hazle caso en lo que te diga, él no dice mentiras.

Entonces Ismael Rodríguez les pidió a unos ayudantes que se llevaran a mi mamá al restaurante de los estudios para hablar de futuros proyectos cinematográficos para su hija. Mientras tanto, aprovechó para filmar algunas escenas conmigo sin la presencia de mi mamá.

lunes, 22 de marzo de 2010

Aqui estoy, Otra Vez

Aquí estoy otra vez. Por motivos de salud y porque salí de viaje no había escrito.
Agradezco a quienes enviaron mensajes a mi correo y a quienes dejaron una nota en este blog, como lo hizo Esther, preguntando cuando escribiría de nuevo.
Espero a partir de hoy poder hacerlo con regularidad. Gracias nuevamente por su interés.


Ya les conté como fui elegida para participar en la cinta “Los Tres Huastecos”.

Hoy les narraré como fue mi primer día en los estudios de cine Tepeyac y algunas otras remembranzas de la filmación.

Recuerdo haber llegado muy temprano con mi mamá a los estudios y fuimos directamente al set donde ya estaban trabajando los técnicos de iluminación y de escenografía realizando el interior de una iglesia.
Mi mamá preguntó por Ismael Rodríguez y le dijeron que aún no llegaba.

Mientras  mamá preguntaba por alguien más de la producción yo me acerqué a un señor que cuidaba una víbora y una tarántula que me llamaron la atención.
 Le pregunté si me dejaba jugar con ellas, pero el hombre me dijo que hasta que llegara el director, Ismael Rodríguez, no podía dejar que nadie las tocara. Yo le hacía preguntas sin parar: ¿Qué comen? ¿Dónde se duermen? ¿Cómo se llaman? ¿Muerden? ¿Por qué no están juntas? ¿Se pelean?, pues estaban separadas cada una en una especie de pecera rectangular.

Cuando el señor que las cuidaba estaba respondiendo a mis preguntas, me llamó mi mamá y salimos del set para dirigirnos al área de maquillaje. Me subieron en una silla muy alta a la que le habían puesto un banquito para que me sentara, me pusieron unos papeles alrededor del cuello y empezaron a pasar por mi cara una esponja húmeda con maquillaje. Yo no me estaba quieta y le preguntaba a la maquillista: ¿Qué es esto? ¿Para qué me pones eso? ¿Y por qué esto? ¿Y por qué lo otro?

Ella primero se reía, después iba contestando a mis preguntas diciéndome que tenían que maquillarme porque las luces de los estudios de cine eran muy fuertes y si no me maquillaban me vería muy pálida, ¿Y por qué me vas a pintar las cejas? ¿Eso para qué es? Hasta que me dijo que tenía que estar callada porque si no lo hacía el maquillaje iba a quedar horrible y yo iba a parecer una bruja.

Esa advertencia le dio resultado pues permanecí en silencio... pero solo por un momento pues en cuanto tomó una brocha para ponerme polvo volví a preguntar: ‘¿Y por qué me barres la cara con esa escobita?’ le dije. “Porque tienes que tener la cara bien barrida para que salgas bien en la película”, me contestó.

Y a partir de ese día, siempre llegaba corriendo a maquillaje y le decía ya vine para que me barras mi cara.

domingo, 31 de enero de 2010

LA ÚLTIMA PRUEBA



 

La última prueba se llevó a cabo por la noche, me imagino que  
citaron a las niñas que habían quedado finalistas a distintas horas,
pues a mí ya no me tocó ver a ninguna.

Lo que recuerdo de esa experiencia, es que tenía mucho sueño y mi
papá me decía que fuera al baño y me lavara la cara con agua fría, lo
cual tuve que hacer varias veces para no dormirme.

Mientras esperaba a que me llamaran,estaba a punto de dormirme, y no quería ir a mojarme la cara otra vez, entonces mi papá me dio su pañuelo, que había mojado y exprimido con agua fria para que me lo pusiera en la cara.

De repente me llamaron. Mis papás se quedaron afuera y yo entré a un cuarto en el que estaban sentados detrás de una larga mesa varios señores, en ese momento no sabía quiénes eran, me acerqué como me indicaron y de pronto uno de ellos me dijo: “A ver llora”. Yo entendí que tenía que llorar, no hacer como que lloraba, recuerdo claramente lo que pensé para que las lágrimas llenaran mis ojos y empezaran a correr por mis mejillas.

Pensé en mi hermana mayor a la que no conocí porque murió cuando mis padres llegaron a Veracruz, pero de alguna manera me conectaba con la tristeza que veía en mi madre cuando nos hablaba de ella y nos mostraba los juguetes y la foto de su niña... y empecé a llorar y luego a sollozar.

Los  señores detrás de la mesa se miraban y hacían comentarios que no escuché, de repente me dijeron: “Ahora ríete”. Y yo me imaginé a esos mismos señores con gorros de payaso y con narices rojas de pelota y empecé a reírme de lo que estaba imaginando.

En cuanto me subí al auto me quedé dormida, ni siquiera les dije a mis papás en que había consistido la prueba a pesar de que me insistían que les contará qué me habían preguntado.  Años después supe por mi mamá, que ellos también habían presenciado la prueba, pero no escucharon lo que me habían dicho y solo vieron que estaba llorando y luego riendo muy divertida.

Días más tarde llamaron por teléfono a mi mamá para comunicarle que
fui la ganadora absoluta de ese concurso cuyo premio era filmar
LOS TRES HUASTECOS” y que fuera a las oficinas de los  Hnos. Rodríguez para firmar el contrato y recoger el guión.

Tiempo después supe quienes eran los que estaban detrás de esa mesa: Ismael Rodríguez, director de la cinta, Rogelio A. González, el autor del guión, Pascual Aragonés como delegado de la ANDA y otros dos cuyos nombres no recuerdo.

Y muchos años más tarde leyendo a Stanislavsky,gran maestro ruso de teatro descubrí que intuitivamente,antes de cumplir los 4 años había usado su técnica

martes, 26 de enero de 2010

LUEGO VINO LA DECLAMACIÖN




Después también había que declamar.  La declamación era una actividad muy en boga en ese entonces. Se podían encontrar por toda la ciudad lugares donde se daban clases de declamación, en las escuelas se fomentaba que niños y niñas supieran declamar y en la mayoría de los hogares, incluso en los que había pocos libros, podía encontrarse
“El Declamador sin maestro”.

En las reuniones familiares no faltaba el tío o la vecina que declamaban 
“El Brindis del Bohemio” o el niño que hacía llorar a sus mayores declamando “Mamá soy Paquito no haré travesuras…”.

Por supuesto en las asambleas y fiestas escolares cada año programaban dos o tres “declamadores”, algunos tan sobreactuados que por su  “declamación” merecían una “reclamación” de los poetas y  del público.

Mi repertorio era tan limitado que constaba solamente de un pequeño poema que había memorizado, con la finalidad de grabarlo y  enviárselo a los abuelos a España, y que decía:

     Semana Santa en Sevilla
    Un clavel y una mantilla
El primer rayo de sol
      Con que cosa tan sencilla
    Se contenta un español
  
Y así fue como pasé a la siguiente etapa del concurso en el que cada vez éramos menos las niñas participantes.

CONTINUANDO CON LOS RECUERDOS




La siguiente prueba en la que participé fue la de baile. Había niñas mayores que yo, que tomaban clases o que ya habían participado en fiestas escolares y bailaron melodías  como ‘El Jarabe tapatío’ o ‘La boda de Luís Alonso’.

A mi solo se me ocurrió bailar algo que mi hermana y yo habíamos escuchado en radio y que estaba de moda: ‘La Múcura’. Quizás porque la música era alegre y contagiosa y  me gustaba eso que decía...

              “La múcura está en el suelo, mamá no puedo con ella

               Me la llevo a la cabeza, mamá no puedo con ella

               Es que no puedo con ella... Mamá no puedo con ella”


Y pasé también esa prueba...

Al regresar a la casa le pregunté a mi mama:  Mamá ¿Qué es una múcura?

viernes, 22 de enero de 2010

La primera prueba superada



No entendía porque algunas niñas lloraban, si todas las que estábamos ahí sabíamos que nuestras mamás estaban afuera.

Lo que más recuerdo de ese día es que me llamaba mucho la atención como iban vestidas muchas niñas, con vestidos vistosos, brillantes con holanes, algunas peinadas con caireles o bucles y grandes moños en el pelo, a mi hermana y a mí en esa época nos vestían igual, con vestidos muy sencillos, ‘muy de niña’ y nos peinaban con trenzas. (Actualmente me llama la atención cuando veo a alguna niña “vestida como niña”)

Claro que yo no tenía ni la menor idea de lo que estábamos haciendo ahí, pero veía que a las niñas que lloraban las sacaban. Yo estaba muy entretenida viendo la variedad de vestidos y peinados que algunas lucían y aunque algunos modelitos estaban como para llorar... no lo hice. No lloré.

Ese día al regresar a la casa supe que habíamos pasado la primera prueba y que deberíamos regresar otro día para continuar en el concurso, que hoy se llamaría ‘casting’, pues la finalidad era elegir a la niña que actuaría al lado de Pedro Infante en “Los Tres Huastecos”.

Continuaron las pruebas; de baile, declamación y canto. Yo no sabía ninguna canción completa y a la hora que me dijeron que cantara,  lo único que se me ocurrió fue cantar algo que había escuchado en la radio y que decía así:

Mi caballo y mi perro están tristes
Porque anoche me vieron llorar
Yo ya sé que los hombres no lloran
Pero yo no me pude aguantar.

Supongo que debe haberles parecido simpático el hecho de que no me diera vergüenza y cantara esa estrofa con poca voz, más o menos entonada, pero con mucho sentimiento, inspirada seguramente en la tristeza del perro y el caballo.

Otra de las pruebas que recuerdo fue la de baile que más adelante les contaré

miércoles, 20 de enero de 2010

LOS PRIMEROS RECUERDOS




Es curioso que a veces no me pueda acordar de lo que hice ayer y sin embargo los recuerdos lejanos aparezcan con tal nitidez que pareciera que no han pasado los años. Tengo recuerdos clarísimos de cuando tenía 2 años y medio, y es que el empezar a trabajar y a tener responsabilidades antes de cumplir 4 años es algo que no puede olvidarse fácilmente.

Mi hermana Mª. Victoria, y yo jugábamos juntas todo el día, nunca fuimos al kínder pues en mi casa creían que los padres que enviaban a sus hijos al jardín de niños, era porque no querían cuidarlos o les estorbaban, por esa razón fui a la escuela por primera vez a los ocho años.

A mi hermana la vi siempre con gran admiración. Era muy inteligente y creativa. Ella era la que decidía y organizaba todos los juegos, uno de sus juegos favoritos era actuar, cantar y bailar y a mí me correspondía hacer el papel de ‘público aplaudidor’.

A fines de 1947 parte de nuestra rutina diaria era escuchar la radio. Y por supuesto que no nos perdíamos el programa de Cri Cri que era nuestro favorito. Escuchar los cuentos y las canciones de ‘el grillito cantor’ estimulaba nuestra imaginación. 

Uno de esos días escuchamos a un locutor que decía algo así: “Niñas de 4 a 8 años... díganle a sus papás que las inscriban en el concurso que Los Hnos. Rodríguez van a realizar. La ganadora tendrá la oportunidad de filmar una película al lado de Pedro Infante.’

Claro que corrimos a decirle a mamá que nos llevara, pero mi madre hizo caso omiso a nuestros ruegos, aunque seguimos insistiendo cada vez que escuchábamos el anuncio en la X.E.Q. Muchos días después escuchamos: “Se termina el plazo para inscribir a las niñas al concurso, mañana es la última oportunidad". Le pedimos nuevamente a mi mamá que nos inscribiera, y por fin decidió llevarnos. 

En realidad mi madre pensaba en inscribir solamente a mi hermana, pues yo aún no cumplía los 4 años. Ma. Victoria que tenía 7, ya se había presentado en Bellas Artes declamando a García Lorca y también había participado en la película “Ya Tengo a mi hijo” (sobre el rapto del niño Bohigas) al lado de Blanca de Castejón.
Yo aún no cumplía los 4 años, sin embargo al llegar a las oficinas donde se realizaría el concurso, mi madre nos inscribió a las dos.



Recuerdo perfectamente la primera prueba que consistió en que las niñas entraran solas a un salón enorme, las mamás debían quedarse fuera. Muchas niñas empezaron a llorar y yo... (Continuará)

martes, 19 de enero de 2010

¿Qué de donde amigo vengo?




Nací en el Distrito Federal, capital de este hermoso país, México.
Hija de José María Llamas Olaran nacido en Vitoria, Álava España
y de María Andresco Kuraitis, que nació en París, siendo hija de rusos
(Ukraniano y Lituana)

Mis padres llegaron a Veracruz, México en 1939, en el barco Sinaia   como refugiados de la guerra civil española.
Venia con ellos mi hna mayor, Sonia que tenía casi 4 años y que al poco tiempo de haber llegado falleció

 La familia de mi padre y la de mi madre podrían ser tema de una larga e      interesante novela, más adelante contaré acerca de ellos

En  Septiembre de 1940 nació mi hna Ma.Victoría, que llegaría a ser una destacada periodista y comunicadora

En 1944, el 19 de Febrero para ser más precisa nací yo

Y en Julio de 1950 nació la menor de mis hnas. Ma. Cristina Erendira

mañana  les contaré como y porque hice mi primera película en 1948 la cual marcó mi vida y me dio el sobrenombre con el que muchas personas me conocen “ La Tucita”